La abeja y el eucalipto forman una pareja muy rentable. Ambos seres vivos han sabido sacar provecho de su convivencia: la abeja ha hecho del eucalipto su fuente de vida, mientras que el eucalipto ha encontrado en la abeja su principal aliado para garantizar su supervivencia.
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Colmenas en una plantación de eucalipto |
La capacidad melífera del eucalipto es muy apreciada, tanto por los apicultores como por los productores forestales que buscan conseguir un aprovechamiento extra de los cultivos. Las flores de los eucaliptos son muy atractivas para las abejas por tener grandes concentraciones de polen y néctar y algunas especies, como la robusta, melliadora o urophylla, son capaces de producir intensas floraciones. La mayoría de los eucaliptos empiezan a florecer a temprana edad, siendo el E. grandis uno de los más precoces con floraciones registradas a tan sólo 18 meses de su plantación. Los días que permanece abierta una flor son variables para las distintas especies y aún dentro de ellas para las distintas condiciones ambientales. La mayoría de las flores cesan en su producción de néctar cuando la fecundación a través de la polinización se ha completado, etapa que en los eucaliptos se da a los 5-8 días de abierta.

El eucalipto, además de brindarnos néctar, también nos ofrece cantidad de polen (de alto valor proteico) y del que podemos cosechar entre dos y tres kilos por colmena durante la temporada de floración. Su color varía de blanco verdoso a amarillo verdoso claro.