martes, 22 de febrero de 2011

Lienzos de eucalipto para pintar el universo de los aborígenes australianos

Desde tiempos remotos, la corteza de eucalipto ha servido de lienzo para los aborígenes australianos. Al ser un material fácil de encontrar, manejable y cómodo, han utilizado y siguen utilizando trozos de corteza de eucalipto –principalmente de Eucalyptus tetrodonta- para realizar sus pinturas y dibujos con los que representar todo su universo de una forma vital y singular.

Para llevar a cabo estas pinturas, la corteza se separa del tronco en la estación de las lluvias, aprovechando así que está empapada de humedad y es muy moldeable. Luego se le quita la corteza rugosa externa y se seca lentamente sobre el fuego. Por último, para que pierda su curvatura se coloca al sol sujetándola con un montón de piedras o arena. Al cabo de unos días, la corteza de eucalipto ya está lista para que pueda pintarse sobre ella.
Los aborígenes australianos emplean pigmentos de color rojo, amarillo, ocre, blanco y negro que mezclan con agua, lo que provoca que sean pinturas muy frágiles que impiden una conservación prolongada. Este es el principal motivo por el cual los museos atesoran pocas pinturas en corteza con una antigüedad de más de medio siglo. No obstante, esta pintura posee una larga tradición ya que reproduce temas similares a los de la pintura rupestre y usa técnicas idénticas que hacen suponer sus orígenes ancestrales. Además, existen referencias escritas que evidencian su origen remoto.


Pintura de David Malangi Daymirringu
La pintura aborigen es simbolista y adquiere características propias dependiendo de la zona de Australia donde se realiza. Por ejemplo, los de la región de Milingimbi, ubicada en la costa norte de la Tierra de Arnhem, fueron los padres de la llamada “literatura pintada”, mediante la cual representaban en cortezas de eucalipto su rica mitología con un objetivo didáctico. Al oeste de la Tierra de Arnhem, se encuentra muy extendido el estilo denominado “pintura con rayos X” en la que se representan la estructura y órganos internos de los animales y que se ha convertido en un referente del arte australiano. En esta misma área también destaca las pinturas en corteza de eucalipto sobre los “espíritus”. Los más frecuentes son los mimis o espíritus de las rocas, un pueblo de fantasmas oculto bajo tierra y que sólo son visibles por los niños, ya que los mimis les tienen pavor a los adultos.

Actualmente, las pinturas en corteza de eucalipto sólo se realizan en la Tierra de Arnhem y con un fin mercantilista: venderlos a coleccionistas y turistas. Con cada corteza, el autor incluye una pequeña reseña informativa muy simple sobre el contenido de la obra. Su significado más profundo queda oculto en la corteza del eucalipto.

jueves, 17 de febrero de 2011

Un eucalipto que huele a limón

Entre las 700 especies de eucalipto que existen hay una que huele a limón. Es el Eucalyptus citriodora, un árbol que puede alcanzar una altura de 50 metros, de corteza suave, uniforme o ligeramente moteado de color blanco a cobrizo en verano y que tiene una llamativa copa de hojas angostas con una fragancia muy fuerte a esencia de limón.

Ejemplares de eucaliptos de limón
Como todos los eucaliptos, esta especie es oriunda de Australia, concretamente de las zonas templadas del este australiano, si bien su cultivo está extendido en otras partes del mundo, especialmente en numerosos países tropicales y subtropicales. Así, por ejemplo en la isla de Cuba se utiliza para la repoblación forestal.

El olor a limón que desprende las hojas del Eucalyptus citriodora se debe a que uno de sus componentes principales es un aceite esencial rico en citral, citronelal y acetato de geranilo.

Como especie aromática, el eucalipto de limón –como así se le conoce popularmente- se emplea mucho en la industria de la perfumería para la elaboración de fragancias. También es habitual su uso en la fabricación de cosméticos y aerosoles. Además, durante décadas se ha empleado el eucalipto con olor a limón para repeler insectos como las cucarachas.

Aún hoy hay quien utiliza las hojas del Eucalyptus citriodora para perfumar el armario donde se guarda la ropa: en una bolsa de tela pequeña se introduce unas cuantas hojas secas para aromatizar el armario y, de esta forma, evitar los olores a humedad.

lunes, 7 de febrero de 2011

Nuevos usos de la corteza de eucalipto

Son múltiples los aprovechamientos del eucalipto. Su madera sirve para fabricar pasta de papel o como materia prima para construir muebles. De sus hojas se sacan esencias y aceites. Sus flores atraen a las abejas que elaboran un tipo de miel muy apreciado por sus cualidades antisépticas para aliviar enfermedades respiratorias… Pero éstos son sólo algunos de los usos más conocidos de un árbol extraordinariamente rentable para el ser humano.

Actualmente, varias líneas de investigación están desvelando nuevos aprovechamientos del eucalipto. Estudios dirigidos, sobre todo, a revalorizar su corteza, un deshecho de la industria de la celulosa que se cifra en miles de millones de toneladas en todo el mundo.


Eucalyptus globulus
Así, un informe de la Universidad de Säo Paulo (Brasil) hecho público a principios de 2011, apunta a que la corteza de eucalipto puede convertirse en materia prima de etanol gracias a su contenido en azúcares solubles que fermentan al contacto con levaduras. Según Juliano Bragatto, responsable del proyecto que está desarrollando la Escuela Superior de Agricultura Luiz de Queiroz, “la industria de la celulosa desecha mensualmente una gran cantidad de este residuo. Cada tonelada puede generar 200 kilogramos de azúcares, volumen suficiente para producir 100 litros del biocombustibles. Además, rompiendo la estructura de la celulosa, podemos conseguir 94 litros adicionales”.

Las investigaciones que se están llevando a cabo en la universidad brasileña para aprovechar la corteza del eucalipto para fabricar biocombustibles aún continúan con pruebas experimentales de diversas variedades.

Pantano de Caldas afectado por la proliferación de cianobacterias
En nuestro país, concretamente en Galicia, ya se está utilizando la corteza de eucalipto con fines muy innovadores. A finales de enero de este año, la Junta de Galicia anunciaba que implantará un tratamiento con corteza de eucalipto para evitar la aparición de cianobacterias en el embalse del río Umia, situado en el municipio pontevedrés de Caldas de Reis. Tras su aplicación experimental en el estanque de Forocadas (La Coruña), el gobierno gallego va a usar virutas de corteza de eucalipto “como medida directa contra la proliferación de cianobacterias” tras constatar su efectividad.

martes, 1 de febrero de 2011

Los pequeños duendes del eucalipto: los Gumnuts

Gumnut
Son igual de traviesos que dóciles. Viven en las ramas de los eucaliptos y cuando el viento sopla con fuerza aprovechan para cabalgar a lomos de la brisa enfurecida con sus minúsculas alas. Cuando el sol aprieta o las ranas le cantan a la Luna, cuelgan sus pesadas cabezas de las hojas del eucalipto… y sueñan con los ojos dormidos. Son amigos de todos los animales del bosque. Incluso dan de comer a aquellos pajarillos recién nacidos que han quedado huérfanos e indefensos en sus nidos. Son los Gumnuts. Pequeños duendes del eucalipto…

May Gibbs
La madre de todos los Gumnuts es May Gibbs (1877-1969), una escritora y dibujante inglesa que con tan sólo cuatro años emigró con sus padres a Australia, la tierra del eucalipto. Tras regresar de nuevo a Inglaterra y después de varios años viviendo en otros países, Gibbs decidió establecerse en Sydney. Allí inició una triunfante carrera como autora e ilustradora de sus propios cuentos convirtiéndose en una celebridad nacional a raíz de la publicación, en 1916, de las peripecias de Snugglepot y Cuddlepie.

Con los Gumnuts -o niños del gomero, como también se llama al eucalipto en Australia-, May Gibbs creó un mundo de fantasía singularmente australiano alejado de los gnomos, hadas y elfos que inundaban la literatura infantil inglesa. La autora construyó un universo onírico insólito que rápidamente fascinó al pueblo australiano, al tiempo que niños de todo el mundo leían las aventuras de los Gumnuts con la esperanza de que, quizás, los eucaliptales australianos servían de morada para aquellas pequeñas criaturas del bosque que cabalgan con el viento, escriben garabatos en los árboles y duermen con sus cabezas colgadas de las hojas de los gomeros.

El mundo de los Gumnuts está rodeado de magia. Caperuzas de vaina de eucalipto, flores de gomero como faldas, barcos de hojas, sillas de palos… componen un cosmos imaginario en el que también habitan monstruos que despiertan el miedo y estrujan la almohada. Con su cuerpo repleto de pelos, el Big Bad Banksiamen era el repugnante villano en el planeta Gumnuts.


Big Bad Banksiamen

A través de sus cuentos sobre los Gumnuts, May Gibbs fue pionera en la defensa de los animales y el respeto al medioambiente. Generaciones de australianos han aprendido a conservar su entorno natural a través del cariño hacia unas criaturas valientes y aventureras que sólo se asustan ante lagartos y serpientes. Hoy, Gibbs sigue siendo un referente para muchos conservacionistas y defensores de los animales gracias a sus pequeños duendes del eucalipto.