viernes, 3 de septiembre de 2010

Eucalipto, no por casualidad (aportación llegada a nuestro mail)

El eucalipto es la frondosa más plantada en nuestro planeta. Ya son más de 20 millones de hectáreas en todo el mundo. Y esto no es una casualidad.


Entre las más de 600 especies que agrupa este género arbóreo destacan su gran capacidad de adaptación, su rápido crecimiento, el vigor, su capacidad de rebrote... A todo esto hay que añadir las características de sus maderas, la mayoría duras, muy densas y de una prolongada durabilidad.

Desde el inicio de sus aplicaciones industriales, el hombre ha observado estas características del eucalipto y ha plantado, cultivado y aprovechado las diferentes especies de la manera más conveniente para sus intereses. Como digo, no es casualidad.

Cuenta Lawson (1949) que los primero colonos británicos que llegaron a Australia prestaron muy pronto atención la elevada densidad y durabilidad de la madera del Eucalyptus globulus. Estas propiedades la convertían en resistente al teredo marino, que por aquel entonces acababa con los cascos de los barcos de la flota del Imperio. De ahí que la emplearan masivamente en la construcción naval. Tampoco es casual.

Fue también la cultura británica y su minería extendida por medio mundo a finales del siglo XIX, la que expandió su cultivo. Las mismas características que hemos revisado hasta aquí sirvieron a las empresas mineras para justificar su plantación en las cercanías de sus explotaciones y el aprovechamiento de su madera para la construcción de apeas de minas y traviesas de ferrocarril. Como vengo diciendo, tampoco esto es una casualidad.

El descubrimiento del aceite esencial de eucalipto es también un descubrimiento que debemos al Imperio Británico. En 1788 John White, cirujano jefe de la expedición formada por la Primera Flota, destiló un cuarto de galón de aceite a partir de hojas y ramas de eucalipto y lo bautizó con el nombre de “Sydney peppermint” (Low 1990). A partir de ahí surgieron infinidad de aplicaciones para la esencia de eucalipto, desde la farmacología hasta la industria de los carburantes pasando por la cosmética y la confitería. No le doy todo el mérito al viejo cirujano John, porque los aborígenes australianos eran ya por aquellos entonces buenos conocedores de las propiedades medicinales de las hojas de eucalipto, tomándolas en infusiones para curar fiebre y catarros. No es casualidad por tanto.

La introducción del género Eucalyptus en muchos países ha estado justificada por el potencial de muchas de sus especies para la elaboración de carbón vegetal o simplemente para la producción de leña destinada al suministro de energía doméstica. Muchas de las políticas de la FAO en países en vías de desarrollo se han basado en plantaciones de eucalipto y otras especies de crecimiento rápido como una estrategia para proteger los bosques autóctonos y asegurar un crecimiento sostenible. No hay nada de casual en esto.

Sin duda la fabricación de pasta de celulosa de fibra corta es el destino estrella de la madera de eucalipto y que bien justifica el crecimiento experimentado por sus plantaciones en los últimos años. Fueron nuestros vecinos portugueses los primeros que aprovecharon la madera de la especie E. globulus para fabricar pasta de celulosa al bi-sulfito en 1906 (Watson, 1969). Las propiedades tecnológicas de la madera de esta especie (densidad básica, morfología de sus fibras, composición química, rendimiento bruto en cocción,…) la convierten en una especie de referencia en comparación con el resto de materias primas empleadas por la industria del papel y la celulosa. Nada de casual en esto tampoco.

En los últimos años debemos añadir el interés despertado por su madera para la transformación en carpintería, mobiliario… Pese a las excelentes propiedades mecánicas de muchas de las maderas del género, estos usos han estado limitados durante años por la dificultad de secado de su madera y la ausencia de tecnología para resolver estos problemas. Hoy en día estas limitaciones están superadas. Como comprenderán, no es ninguna casualidad.

No deseo extenderme más y voy a tratar de repasar todas estas características y propiedades que justifican su amplia expansión y aprovechamiento del eucalipto por parte de la sociedad a la que pertenecemos todos. A saber: plasticidad ecológica, capacidad de adaptación, vigor, capacidad de rebrote, crecimiento rápido, elevada densidad del leño, durabilidad, contenido de aceites esenciales,….Según los expertos (Fernández, 2008; Pereira 1996; Dalianis, 1994, y muchos otros) todas estas ventajas convierten al Eucalyptus en un género con gran potencial para la producción de biomasa cultivada con destino energético. Tampoco debe ser una casualidad ¿no creen?

Un ingeniero de Montes

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