martes, 11 de enero de 2011

El sonido místico del eucalipto: el didgeridoo

El eucalipto está unido desde tiempos ancestrales a la cultura de los aborígenes australianos a través del didgeridoo, un instrumento de viento cuyo origen, según cuentan las leyendas, se remonta al “tiempo de los sueños”. Existen cuevas en Australia donde el didgeridoo aparece reflejado en algunas pinturas rupestres, por lo que no hay duda de que se trata de un instrumento milenario. De hecho, hay quienes lo consideran como el instrumento más antiguo de la humanidad, con más de 40.000 años de existencia y ligado a los primeros pobladores de la isla.

El término didgeridoo no es de procedencia aborigen, fueron los colonos europeos en sus primeras visitas a Australia los que lo bautizaron con este nombre ya que su sonido parecía emitir esa palabra al ser interpretado. En las decenas de dialectos aborígenes existe una palabra distinta para designar a este instrumento de viento: yidaki, ginjungarg, eboro, djalupu, maluk...

El didgeridoo está vinculado a la existencia espiritual de los aborígenes. Su principal función es la de acompañar un baile y a un cantante y marcar el tiempo para el ritmo de las canciones. Como instrumento chamánico, su uso está asociado a ceremonias solemnes, rituales y fiestas.

Originariamente, el didgeridoo es un tronco o rama de eucalipto roído en su interior por la acción de las termitas, convirtiéndolo en un potente amplificador de sonido. Su construcción natural es la que le otorga su carácter místico. Al limpiar el tronco se obtiene un tubo largo que se hace sonar haciendo vibrar los labios en uno de sus extremos. Esta vibración, al ser amplificada por las paredes del tubo, genera su fantástico sonido y es posible modular la vibración moviendo los labios y la lengua, o sumando sonidos surgidos de la garganta. El didgeridoo produce un tono fundamental bajo y una gran variedad de armónicos, un sonido que recuerda al acorde de voz de los monjes tibetanos.

Un didgeridoo mide entre 6 y 12,5 centímetros de diámetro y su largo puede variar desde unos 80 centímetros hasta dos metros o más. Mientras más largo sea más grave será su sonido. Algunos pueden presentan un ensanchamiento en su boca inferior, semejante a una trompeta, y muchas veces la boca superior, por la cual se sopla, presenta una cubierta de cera de abejas para prevenir la irritación de los labios a causa del roce.

Una de sus singularidades de este instrumento ancestral australiano es que se puede tocar durante un tiempo ilimitado mediante una técnica denominada respiración circular, consistente en mantener continuamente una cierta presión de aire en la boca, inhalando aire por las fosas nasales.

Las connotaciones arcaicas y el sonido característico del didgeridoo lo convierten en un instrumento óptimo para la musicoterapia y pueden inducir a estados de relajación profunda. Incluso hay estudios que señalan que tocar regularmente el didgeridoo mejora el sueño, reduce los ronquidos y disminuye la somnolencia diurna.

Desde que la banda inglesa Jamiroquai incluyera en sus primeros discos participaciones de didgeridoo, este instrumento realizado originariamente con troncos o ramas de eucalipto se ha vuelto medianamente conocido en todo el mundo.

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